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En el trayecto

Cierto soniquete machacón jaleaba a la turba ávida de carne que devorar (hacía dos semanas que habían suprimido todo contenido morboso de los medios de comunicación… hacía dos semanas que habían clausurado todos los medios de comunicación, vamos…) y todos gritaban como locos.

Entre todo aquel disparate, sólo uno reía a sus anchas -algo estrechas- y escupía sin miramientos desde un balcón pollos de esos agarraos, consistentes, mezcla para construcciones, construcciones de Escher o sintácticas si hablamos de Muñoz Molina o Saramago, el que cerraron tirando hacia la escuela de artes en Jaén, que lo sé yo que me tiré nueve horas con Marcos para hacer un maldito papeleo de la contribución, porque hay que ver qué bien viven los funcionarios de la Administración que no dan ni golpe y luego tó se sabe, que si por aquí que si por allá y al final todos contentos, pero que no es así, que es asao y luego mi Pepe empieza con las mierdas de si Wenders es realmente un tío serio o si hace lo que hace por dar por culo porque es lo que da dinero y además es un tipo respetable como otros que yo me sé que se lo hacen pero que al final ná de ná porque al parecer no dejan que nadie les conozca como yo, que soy experto máximo y podría ser el guía de esta exposición orientada al gran público como el de ayer, que me pidió una camiseta de sisas con lentejuelas para su mascota del parking y San Pedro, que era muy casto (no le quedaba otra), escribió 78 églogas que ni Cannavaro ni hostias benditas, que si no corren no hay ná que hacer…

… como pensó Gutiérrez al tratar de poner orden a todas las conversaciones oídas desde la oficina hasta su casa para comenzar su oh gran obra altruista para la posteridad (no se sabe de quién): su novela.

3 respuestas a «En el trayecto»

Caí en una ondanada de blogs. Me suele ocurrir. Primero reí, luego escribí. Me dió por pensar y recordé que llevo casi la mitad de nuestras vidas esperando tu gran obra. Así que proyectaré mis planes dejando un hueco, para creer que tiene que salir la novela alguna vez.Capítulo prescindible Tácito.

Gracias, Tácito de té de jengibre. Que esta entrada sea vista como lo que es, sin más, y nunca quede como ejemplo rutinario de un nene de nuestro tiempo para «disfrute» de las próximas generaciones… porque sería bastante triste a mi parecer. Miles de ideas asaltan a este melón de agua y el día menos pensado puede -oh, retruécanos varios- que le dé por escribirlas. El que avisa ya tiene visa.

¿Cómo es posible que alguien haya suprimido su comentario? ¿Pero me he comido a alguien alguna vez -y me refiero al sentido literal del verbo? También pasó en la anterior entrada. Lo respeto, pero no lo entiendo.

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